martes, 5 de febrero de 2008

Para que nunca te falte nada.

.- ¡Levántate chiquillo flojo!

Y de golpe arrancó las frazadas
de la cama. De contextura delgada, aunque muy alto para sus 15 años, el niño se mantenía tendido en posición fetal, inmutable a los gritos de la madre.

.- ¡Vas a llegar tarde de nuevo!, y sabes que no tengo tiempo para ir al colegio, si te suspenden no voy a ir… y menos tu padre lo tengo advertido.

Ella abría las ventanas y corría las cortinas para ventilar e iluminar el lugar. Se movía con agilidad entrando y saliendo de las habitaciones, su voz aumentaba y se enmudecía, pero nunca se detenía.

.- Mi amor. ¿Has visto un frasco que tenia pastillas para dormir?, no lo puedo encontrar.

.- No las he visto Cariño.

Respondió calmado el hombre, intentando no quemarse con el café.

.- ¿Y tu Inés?

.- No señora.

Sin mirarla continuó laboriosa limpiando los muebles.

.- Pasaré por la Farmacia entonces... Todo lo que este en el piso de la pieza de mi hijo es basura, ya esta advertido, tiene que aprender a ser mas ordenado. Después Inés, se retira no más. Yo volveré tarde hoy, adiós.

El padre beso a la mujer, Inés solo pudo responder "gracias" como despedida. terminados los muebles se levantó, y se diriguió a la pieza del muchacho. Armada con guantes y una bolsa plástica en mano, recogió las cosas obedeciendo las órdenes de la madre. Juguetes pequeños, unos viejos naipes sucios, un pequeño frasco plástico sin tapa, unas chapitas, en fin ahora todo era basura.

El rugido del motor del auto se escuchó, el padre gritó hacia la pieza.

.- ¡Si te quieres ir conmigo hijo apúrate... me voy, que ya es muy tarde!

Inés rápidamente hizo un fuerte nudo en la bolsa para evitar que los juguetes prisioneros escapasen. Una mirada rápida al lugar le indico que la faena estaba terminada y se podía ir a casa, mal que mal quería cuidar a su pequeño hijo que había amanecido con temperatura. Con este solo pensamiento, salió por la puerta sin hacer ruido. Al cerrarla una hoja de cuaderno, sobreviviente a la limpieza, voló delicadamente alrededor de la habitación, redondas letras aparecían tatuadas con un lápiz pasta negro, que decían.

MamÁ, PapÁ:

los odio, dejen de existir. Esto es su culpa.

ADIÓS.

.- ¡Adiós hijo! se escuchó el grito del padre, un portazo y el ruido del motor alejándose.

 

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